Cuando llegamos al restaurante lo primero que resaltó fue la amabilidad de todos los que atendían en el lugar, nos ofrecieron unas bebidas antes de empezar con la cata, además nos avisaron que el evento iba a comenzar más tarde, pero sólo esperamos alrededor de 20 minutos más de la hora establecida, a las 9.20 p.m. hasta que por fin comenzaron a preparar todo para que los comensales probaran esta experiencia única.
Después de que nos dieron los vinos, la jefa de meseros nos explicó el origen de cada uno, destacando su proceso de cosecha y barrica, también nos indicó que estos vinos eran ideales para los platillos que nos habían cocinado. Esperábamos que el sabor de las uvas se sintiera un poco más en el paladar y que este permaneciera el mayor tiempo posible en la boca, pero esto no ocurrió, al principio esta situación fue decepcionante, pero no podríamos estar más equivocado ya que el maridaje de cada plato con su respectivo vino fue ejemplar, ningún ingrediente sobresalía de otro lo que provocó que toda la cena fuera una explosión de placer en nuestras lenguas.
La comida del lugar en sí misma ya era exquisita, la entrada fue un atún sellado, preparado en forma de agua-chile acompañado por pan tostado caliente, al igual que crujiente; seguido de unos tacos de jabalí cocinados en forma de cochinita pibil; después, nos dieron unas costillas pork belly que llevaban una salsa estilo de barbacoa. Finalmente,el dulce postre fue una bola de chocolate amargo rellena de crema italiana con una salsa con vino y fresas flameadas.
El maridaje, la comida, el servicio y el ambiente del restaurante hicieron que pasáramos por una noche mágica, sobre todo para nuestros paladares.
Comentarios
Publicar un comentario