EREKANI, vivir en purépecha


El día sábado 21 de octubre de 2022, a todo mi pesar fuimos a pueblear ¿por qué a todo mi pesar? porque era día de qualy de fórmula uno y sabía que no íbamos a llegar a la hora para verla bien, enfrente de una televisión y me enojé, se enojaron conmigo por antisocial pero mi obsesión por no perderme este evento me hizo pasar un muy buen rato en la isla de Janitzio. 


Llegamos a Pátzcuaro, yo estaba muy molesta buscando señal por todas partes para ver la qualy en mi teléfono, la pude ver un rato mientras estábamos en el puerto y en la lancha que te lleva a Janitzio pero al llegar la señal se empezó a ir y la perdí totalmente en la subida para llegar al monumento a José María Morelos, deje mi teléfono a un lado  pensando que ya no la iba a ver y  no hablé con nadie hasta que llegamos a la punta. 


Pagamos los boletos para entrar a la parte donde se encuentra el monumento y estaba tan ansiosa por no poder ver la qualy, que empecé a buscar señal como loca, había poca pero me permitió verla en inglés y medio pixelado pero se podía disfrutar. A pesar de mi concentración en mi teléfono,  subí a ver el interior de la estatua, era lindo, cuenta con varias pinturas y puedes subir hasta la cabeza pero yo dije “no voy a subir, voy a ver mi carrera” así que fui a la parte de afuera y me senté a ver la pequeña pantalla de mi teléfono. 


En eso de unos diez minutos, escuché la pregunta de un niño: “¿qué está viendo señorita?”. Alcé la mirada y era un niño de ocho años, con la tez morena, ojos cafés, traía una gorra de color café oscuro pero ya estaba algo deslavada,   su playera era azul marino al igual que sus pantalones solo que estos contaban con una franja blanca a los lados; le esbocé una sonrisa y le conté sobre la fórmula 1, como solo entendió que eran carreras de autos agarró y se fue, yo me volví a concentrar y al poco tiempo se volvió a acercar a mí, se sentó a mi lado y me pidió que le explicara el deporte e igual que le fuera traduciendo lo que decían los comentaristas ya que estaban hablando en inglés y la falta de un buen internet no me permitía ponerlo en español; estuvimos viendo las dos últimas qualys y yo feliz porque me encantan los niños pequeños y explicar cómo funciona mi deporte favorito. 


Al concluir con la clasificación, ver quien ganó la pole que fue nada más y nada menos que Smooth Operator, Mr. Carlos Sainz JR, quien es de mis pilotos favoritos y desde Silverstone estaba esperando que volviera a hacer una pole, me quedé hablando con el niño, después de mucho tiempo, me di cuenta que no sabía cómo se llamaba. Al preguntarle, me dijo “Erekani, significa vivir en purépecha”. Continuamos hablando de deportes. En eso salió mi familia del monumento y querían unos elotes, entonces me quedé un rato más platicando con él.


En eso me empezó a hablar de sus sueños, lo que quiere ser de grande y cada una de las cosas que me dijo me hicieron sonreír: quiere ser abogado pero uno que ayude a la gente de escasos recursos, construir un hospital, un restaurante, una escuela, hotel en un terreno y en este  tener unos cultivos y ganado para así de ellos sacar la comida que les va a dar a las personas que quiere ayudar. 


No soy religiosa, me chocan las religiones pero me dio ternura que un niño al contarme todos sus sueños dijera “mientras esté en el camino de Dios nada me va a faltar”  y me hizo darme cuenta que no vivir en la ciudad mantiene muchas veces la inocencia de los niños, ya que no están metidos en los aparatos electrónicos todo el tiempo, los papás no viven tan aceleradamente, por ende sus hijos tampoco, y si las condiciones en las que viven tal vez no son las mejores, pero se enfocan más en sus sueños, metas y que en algún día los van a lograr, lo cual no solo vi con Erekani sino también con varios niños de los diferentes pueblos a los que fui, solo que él me robó el corazón.



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